16 abril 2014

'El pasado', pretérito perfecto compuesto

Crítica publicada en Esencia Cine

Las dos líneas vertebrales de El pasado permanecen latentes durante toda la película. La primera, la incomunicación, se esconde detrás de una narración que, curiosamente, se desarrolla mediante constantes diálogos. Sólo sentimos la incomunicación de forma manifiesta en las primeras secuencias (repetidas alguna vez más adelante), en las que los protagonistas intentan conversar a través de un cristal que les impide escucharse. La segunda, el pasado, aparece siempre velado por un presente desde el que se mira hacia atrás con recelo, miedo y culpabilidad. Nunca sabemos nada del pasado de los personajes más allá de la historia pasada que vertebra la obra. 

En la película del iraní Asghar Farhadi (Nader y Simin. Una separación, A propósito de Elly), Ahmad viaja desde Teherán a París para firmar el divorcio con su mujer francesa, Marie Anne. Cuando llega a su antigua casa descubre que ella vive con otro hombre, Samir. Además, la relación de Marie con su hija mayor, Lucie, se ha deteriorado mucho. Ahmad tratará de arreglar y fortalecer ese vínculo, lo que le llevará a descubrir un secreto del pasado que se convertirá en el eje de la narración desde entonces. 


La ambigüedad de la propuesta obliga al espectador a hacerse preguntas constantemente. ¿Es alguna de las chicas la hija de Ahmad? ¿Por qué volvió a Irán hace cuatro años? ¿Cómo llegó la mujer de Samir a la situación en la que está ahora? La indeterminación inicial de todas estas cuestiones aporta un halo de misterio. El pasado es lo más importante para los protagonistas y la historia se centra en lo que ocurrió entonces, sin embargo, es siempre confuso e impreciso y sólo lo conocemos a través del relato de los personajes. 

La cinta de Farhadi es el resultado de dos historias que confluyen, la de un hombre que vuelve a su casa para divorciarse y la de otro que cuida a su hijo pequeño mientras su mujer está en coma. La brillantez de Asghar Farhadi reside en saber darle vigor a la unión de estas dos narraciones a través de la casa en los suburbios parisinos. El guión, soberbio, juega perfectamente con el espectador y sus interrogantes, y dosifica la información durante todo el metraje con una elegancia lúcida y compleja. 

El pasado se convierte muy pronto en una película de diálogos y silencios, que conjuga con solidez y sin ostentaciones los elementos narrativos para dar consistencia a la historia. Las rencillas y las consecuencias de los actos se agigantan a medida que se destapa la verdad y el pasado que incomoda y atormenta a los personajes.

El apartado interpretativo es el último gran acierto de Farhadi, que deslumbra como director de actores. Bérénice Bejo completa una interpretación excelente y se carga el peso de la película a la espalda, apoyada siempre por las comedidas, pero no por ello menos lustrosas, actuaciones de Tahar Rahim y Ali Mostafa. Completan el elenco una Pauline Burlet que dice mucho con su mirada y los dos niños, Jeanne Jestin y un Elyes Aguis fantástico y sorprendente en cada una de sus escenas.

Le passé es una película arriesgada, valiente, y con un final notable, que nunca da tregua al espectador y le arroja la historia directamente a la cara. El resultado es una magnífica película que transita por el pasado y la incomunicación de manera fascinante, y ejerce una extraña atracción hacia sus pliegues y los de los personajes. Farhadi ha fundado su propio pretérito perfecto compuesto con una historia que deja huella y cala hondo en la mente del espectador. Bravo por él. Celebramos su cine.

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